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Tras la fase más aguda de la pandemia del COVID-19 que nos ha azotado durante la primavera de 2020, reabre el Museo del Prado. Excelente noticia para los auténticos amantes del arte en Madrid, porque el Prado es para nosotros algo así como una segunda residencia. Esta reapertura nos acerca a la tan ansiada normalidad.

No reabre el Museo del Prado con el montaje habitual, ni con todas sus salas. “Reencuentro” han llamado a este montaje especial de la reapertura. Reencuentro del Museo del Prado con su público. Era de esperar que en la nueva selección estuvieran todas piezas esenciales del museo, las más populares. También era de esperar que muchas de las obras que son favoritas secretas de los visitantes más asiduos falten de esta selección: son las elegidas por motivos intransferibles. Hemos acudido a la reapertura con el ansia de quien desea conocer la suerte sobre todo de esas obras que nos resultan entrañables, y que nos parece que ansían más nuestro retorno que otras.

Se trata de casi 200 obras, en efecto, incuestionables obras maestras del Museo del Prado. Sólo quedaría fuera de la selección una que habría aparecido en todas las listas de 200 imprescindibles del Museo del Prado: el “Jardín de las Delicias”, demasiado frágil para trasladarlo a la planta primera, y probablemente demasiado incompatible con las nueva condiciones de aforo y fluidez de circulación.

Al margen de esta ausencia, las demás obras maestras son, como digo, las de siempre. La novedad (y el interés adicional de la visita) radica en cómo se han expuesto, buscando nuevos diálogos. Reencuentro, pues, también, de unas obras con otras al reubicarlas en el eje de la galería central, rompiendo barreras geográficas (como frecuentemente hacían los mismos artistas y siempre los estilos) y comprimiendo los tiempos. O al presentarlas en nuevas configuraciones. O bajo la luz cenital de la galería.

Saludamos que el Museo del Prado haya disuelto temporalmente su decimonónica compartimentación por escuelas nacionales, permitiendo la comparación entre los dos polos más innovadores de la Europa del XV (Toscana y Países Bajos), y comprobando la fructífera circulación de técnicas, estilos y artistas en cada momento. Exponer a Juan de Flandes entre los flamencos, o Yáñez de la Almedina cerca de Rafael pone en valor la obra de artistas a los que se ha confinado tras fronteras museísticas cuando ellos mismos no tuvieron reparos en cruzar los límites de sus estados.

Son muchas las aproximaciones que nos parecen reveladoras, las recuperaciones deslumbrantes y también incluso algún estreno. Por no hacer esta seseña más larga, las reservamos para quienes nos acompañen en un futuro próximo a las visitas guiadas que realizaremos.

Concluyamos con una valoración general: “Reencuentro” nos brinda una excelente oportunidad para recuperar los clásicos del Prado, y a la vez contemplarlos con una mirada renovada, como si fuera la primera vez. Este aspecto tiene carácter excepcional: transcurridos unos meses, las obras regresarán probablemente a sus salas habituales, con su montaje más convencional. El actual despliegue lo tiene todo de una exposición temporal, incluso su fecha de clausura: el 13 de septiembre. Debemos pues aprovecharlo como si se tratara de una exposición de ensueño, la que no se atreverían a imaginar ni en el Metropolitan: “200 Masterpieces from the Prado Museum”.

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