En la Europa de la Belle Époque, pocos pintores gozaron de mayor éxito que Giovanni Boldini (1842-1931). Para alcanzarlo y conservarlo, se reinventó constantemente, viendo refrendadas sus metamorfosis con todos los reconocimientos deseables: encargos, cotización, críticas encomiásticas, precios, homenajes…
En la exposición de la Fundación Mapfre se identifican no menos de cinco etapas en su carrera: el retratista compañero de los Macchiaioli; el pintor de “casacones” émulo de Fortuny; el inventor del tableautin de tema contemporáneo; el retratista galante de la Belle Époque; y el artista que experimenta con alardes de virtuosismo dinámico.
Cada uno de esos giros parece haber tenido un eco en la pintura española, siendo esta la dimensión de la exposición que más puede aportar a las muestras que hasta ahora se han dedicado a Boldini en otros países. Es cierto que la valoración de la intensidad de este diálogo entre Boldini y sus contemporáneos españoles sólo puede efectuarse cuando también se conoce la fuerza del campo magnéticos de otros planetas artísticos en el universo parisino del fin de siglo, en especial otros franceses e italianos, pero también los de Sargent y Whistler. Es uno de los puntos en los que nuestras visitas guiadas han complementado una exposición casi exclusivamente centrada en esa relación Boldini-España.
Para esta exposición, Madrid Original diseñó una visita guiada que centraba su esfuerzo en explicar de forma convincente una evolución que por momentos puede resultar errática, pero que se entiende cuando se pone en relación con la personalidad dramática de un Boldini, personaje de excesos, esclavo de apetitos gemelos y descomunales por el éxito y la belleza.