Bartolomé Bermejo fue, a decir de Tormo, “el más recio de los primitivos españoles”. En la pintura de este cordobés del siglo XV, seduce una manera que es a la vez ingenua y sabia, torpe y imponente.
Restauradas, las tablas de Bermejo han recuperado toda la potencia que tuvieron en tiempos de los Reyes Católicos. Ese es el principal atractivo de nuestra visita guiada a la exposición, pero también el juego detectivesco de seguirle la pista a este pintor errante, al que un misterioso vagar convierte casi en un personaje de novela… que ya le gustaría a Noah Gordon.