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Con la nueva sección de Pintura española medieval y renacentista, el Museo del Prado alcanza un hito importante en su proceso de transformación. Pinturas murales reubicadas, retablos que lucen de nuevo y adquisiciones recientes sorprenden a los visitantes con igual intensidad en sus nuevas salas.

Después de la Escultura Clásica, la siguiente sección que ha tenido que esperar décadas para ser presentada de forma digna ha sido la Pintura española medieval y renacentista. Marzo de 2010 será por lo tanto una fecha para recordar. El extremo norte de la galería inferior acoge todo el arte español entre el Románico y el Renacimiento.

Lo más impactante de la reforma se sitúa en la sala 51c, donde Rafael Moneo (igualmente responsable de la ampliación del Nuevo Prado en torno a un claustro del XVII) ha recreado la arquitrectura mozárabe de San Baudelio de Berlanga como marco ideal para los frescos del siglo XII que decoraban aún hace un siglo la iglesia soriana.

Los retablos góticos del XV de Juan Rodríguez de Toledo y Nicolás Francés han vuelto a la sala L tras una limpieza redentora. Otra obra maestro del Prado, el díptico de Jaume Serra se muestra ahora en la misma sala, en la que también hay hueco para la novedad: la recién adquirida “Virgen de la Leche” de Pere Lembrí.

Nuevas adquisiciones y cuidadas restauraciones están llenando el vacío de las escuelas catalana, valenciana y aragonesa en una colección medieval hasta ahora marcadamente castellana. la adquisición de la tabla de Lembrí es un buen ejemplo, pero restaurar y exponer a Gonçal Perís, Guerau Genìs, Lluis Borrasà y Jaume Huguet en las salas LIa y LIb es algo que también merece ser alabado.

Entre los redescubrimientos más extraordinarios destaca el “Santo Domingo de Silos” de Bermejo reintegrado a su marco original, recuperado del Museo Arqueológico Nacional.

Pedro Berruguete, Juan de Flandes, Juan de Juanes, Fernando Yáñez de la Almedina y Luis de Morales han estado tradicionalmente bien visibles en el Museo, y, por lo tanto, son suficientemente conocidos por el público. Pero incluso así, la actual presentación de la colección en las salas 52a, 52b y 52c provoca sorpresa y admiración: La “Crucifixión” de Juan de Flandes (adquirida en 2005), la monumental “Adoración de los Reyes” (casi nunca expuesta) de Pedro Berruguete y “El nacimiento de la Virgen” de Luis de Morales (adquirida en 2003) refulgen rodeadas por las demás obras de estos artistas.

Las nuevas salas se encuentran lo bastante cerca de las secciones de Arte Italiano Peninsular 1300-1600 y de Arte Flamenco 1400-1600 como para establecer comparaciones, aunque fusionar secciones que permitieran itinerarios cronológicos podría ser mejor solución. ¿No podría colgar Juan de Flandes junto a Hans Memling? ¿O Juan de Juanes junto a Bernardino Luini? ¿No podría oponerse Blas de Prado a Alessandro Allori?

El resultado es en cualquier caso impresionante, y sin duda merece una nueva visita guiada al Museo del Prado.

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