Durante unas semanas, Alexej Von Jawlensky (1864-1941) estará presente en dos exposiciones en Madrid: como invitado de lujo en la exposición “Expresionismo Alemán” en el Museo Thyssen, con el retrato de su hijo junto al “Velo rojo” del museo, y como protagonista absoluto en la Fundación MAPFRE.
La exposición “Jawlensky: el paisaje del rostro” de la Fundación Mapfre es de las que recordaremos, por la belleza magnética de sus obras.
El pintor ruso desarrolló su carrera en Alemania -país que tuvo que abandonar por Suiza durante los años de la primera Guerra Mundial-. Supo tomar la cresta de ola en el momento más efervescente de las vanguardias: en 1905 exponía para Diaghilev en el Salon d’Automne de París, junto a Matisse y sus amigos, en el arranque de los ismos del siglo XX; más tarde, formará parte del grupo expresionista alemán “Die Blau Raiter” (El jinete azul), un movimiento de intensa búsqueda espiritual, con Kandinsky, Munter, Macke y Marc y posteriormente de “Los cuatro azules”, también con su gran amigo Kandinsky, Feininger y Klee.
Tomó su propio camino, anclado a su preferencia por el arte figurativo, y sobre todas las figuras, el rostro humano, que irá adquiriendo un protagonismo totémico con el paso del tiempo.
En la exposición podremos comprender y disfrutar sus míticas series de cabezas. Con una espiritualidad entre Oriente y Occidente, las obras de Jawlensky resultan hoy especialmente conmovedoras.