Maravillosa exposición en la que brilla el genio de Rembrandt con un fulgor aún mayor que el que recordábamos, no por contraste con unos rivales supuestamente mediocres, sino en medio del deslumbramiento general al que contribuyen también unos competidores con luz propia.

La visita de exploración que pudimos efectuar antes de la inauguración nos ha convencido de la necesidad de esta novedad mundial que supone una muestra sobre Rembrandt y el retrato en la ciudad en la que ejerció la mayor parte de su carrera.

La exposición deslumbra no solo por la importantísima presencia de obras de Rembrandt, sino por el nivel de los demás artistas holandeses que acompañan al gran maestro del XVII.

La selección de obras compone un completo mosaico del arte del retrato en el Ámsterdam durante ocho décadas -entre el XVI y el XVII, perfilando, en profundidad, el carácter de una ciudad rica, orgullo de una joven nación de independencia recién estrenada. La ciudad de Ámsterdam, marcada por unos fuertes valores comunitarios y religiosos –protestantes-, encontró en las fórmulas más sofisticadas de retrato un reflejo de ese equilibrio complicado entre la vanidad y la austeridad.